Por el barranco,
las piedras caen
en ruidos sordos y lejanos,
desgarrando la cercana piel
al rojo vivo del rojo pantano,
inyectando, propagando, envenenando
las gotas que arrastran su líquida estela de dolor
hacia el oscuro y temible abismo
donde se esconde el corazón.
Hacia el oscuro y temible abismo
donde se esconde el corazón.
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