miércoles, 27 de febrero de 2013
Soneto I
La indómita mirada salta y se me pierde
perezosa entre las mudas olas de la cama
y surcando el inmenso azul de las mantas muerde
con el negro adusto del dolor que derrama.
Mi imagen futura es ceniza de decisiones,
mis piernas son dos carreteras de frío hielo,
el miedo está propagándose en mis pulmones
y mi esperanza es una nube en el cielo.
La misma respuesta para el mismo reproche,
el mismo veneno fluyendo en mi sucia boca,
la misma sangre inundando la habitación.
La imposible estrella que cuelga de la noche,
la que mi mano ni siquiera en sueños toca.
La misma sangre. La sangre de mi corazón.
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