sábado, 9 de febrero de 2013

Tranquilo


Caer y levantar,
reír y llorar,
ácido corrosivo de lágrimas
que desde el abismo de mis ojos
asoma una vez más.
Hace tiempo ya
que el aire se convirtió
en pedacitos hirientes de cristal
que se clavan en las articulaciones
de un corazón
a punto de explotar.
Mis caminos serpentean
entre puentes de hilo,
en el borde, en el filo,
salvando la angustia,
en vilo,
soñando con que llegue
el momento en el que pueda
estar tranquilo.
Cada día que pasa
y tengo que volver al juego
me pregunto por qué,
si al fin y al cabo
sé que esos demonios escondidos
en mi cabeza aparecerán
otra vez.
Me quedan dos sueños,
ser lo que tenga que ser,
un hálito de esperanza
escrito con sangre en un papel.

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