domingo, 10 de marzo de 2013
Soneto VI
Creo que no hay manera ninguna de pararlo,
sentimiento que se desborda, devastación;
como saludar a un adiós, cómo soportarlo.
Al final hay que aceptar las cosas como son.
Dejar de arrancar falsos soles y de llevarlos
por negros páramos de noches a condición,
de coger trozos de pensamientos, de armarlos
y ver que son otro signo de interrogación.
Otra vez, me prepararé para ser mordido,
para ver la sangre de afilados colmillos
corriendo entre las grietas de horas eternas,
huyendo de mí mismo, de mi ánimo herido,
ávido, a la caza de impetuoso brillo
con el que impulsar el ronco ego de mis piernas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario