Ríos de lava me queman el alma, mantengo la calma,
cualquier lugar es bueno mientras el humo salga.
La sangre sigue corriendo por el papel, ya ves,
sonrisas forzadas no me llegan ni a fin de mes.
Bachilleratos, mierdas, putas universidades.
Todo es mentira, ruego por verdades.
¿Crees que es verdad lo que te prometieron?
Luego, saliste ahí fuera y, claro, te mordieron.
¿Comprendes, lo endeble, en el baremo del matiz?
El desvío es infranqueable en tu cicatriz.
Consigue un trabajo ligeramente mejor
y así podrás ser agresivamente infeliz.
Mi cuerpo se eleva, desde las alturas,
y caigo en picado porque nada dura.
Odio en mi interior, alegría al exterior,
tan real como que del cielo azul es el color.
Supongo que tengo principios demasiado rectos,
poco convencionales, como un pene erecto.
Podridos son los latidos, ni me lo discutas.
No sé si soy un santo o es que la gente es muy hija de puta.
No creo en nadie aunque lo intento conmigo,
persigo escapar de este estado depresivo,
concebido como boca de lobo clavando el colmillo,
amargo pensamiento, a veces mi mayor enemigo.
Sí, desconfío, no hago caso a juramentos.
Las palabras son vanas como un beso del viento.
El protocolo es mirar a cámara y sonreír.
Pues entonces paso de la foto y también de ti.
Jodida mierda, mires donde mires.
Dime tú, al final, ¿qué coño consigues?
¿Acaso el ocaso no trae retraso?
No es mi vida, sino mi especie la que tocó el fracaso.
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