viernes, 20 de diciembre de 2013

Exilio

Sé que no me queda mucho tiempo aquí.
Voy de la mano de la muerte a ver si aprendo a vivir.
Que ya es hora de recibir, lo que es mío,
dejar de ser un crío, y descubrir,
mil lugares, mis bares,
bebiendo copas hasta que mi cuerpo se desmaye.
Rubia de infarto, tacón de aguja,
encima mía, pidiéndome que no pare.
No tengo amores pero sí mucho amor,
así que a besos con alcohol invito yo.
Cerré el candado y tiré la llave.
Ahora solo me quedo con lo mejor.
Seré lo que yo quiera ser,
apoyado en la ventana, viendo llover,
y a mi lado, bendito el silencio,
sin nadie que me diga lo que debo hacer.
Tan solo y tan bien acompañado,
tirando al fuego los baches del pasado.
Necesito hacerlo por mí
y por todo lo que aún no me he demostrado.
El tiempo está corriendo a mi favor,
me gusta sonreír ante cada enfado.
No pienso que todas sean unas putas
porque solo una me haya fallado.
Adelantado, no soy el que fui,
ni espero ser el que está por venir.
Cada día es un libro abierto.
Para tocar el placer tuve que aprender a sufrir.
De Alameda Colón hacia el final,
la oscuridad es la bombilla en el camino.
La hemorragia de la nostalgia
me inunda mientras pienso en lo que escribo.

Cruzando las fronteras,
sabiendo que allí nadie nos espera.
Es jodido decir adiós
pero el exilio es lo único que nos queda.

C

martes, 10 de diciembre de 2013

Lucía

11:06 de la mañana,
café caliente, suena C. Tangana.
¿Debería hacer algo con mi vida?
Puede, pero no tengo ganas.
El sol en mi cara, los ojos cerrados.
Romper el techo con esos billetes guardados.
En la silla, el horizonte desnudo.
Quizás la suerte me haya abandonado.
Las sábanas, de angustia encogidas.
Sus curvas son ansias entumecidas
y sus contornos se van secando
con la sangre que gotea de las heridas.
¿Quién es esa chica?
Verano, la primera vez que te miré.
¿No notaste que había algo más
detrás del cigarro al que te invité?
Me atrapaste, no sé por qué.
Tu voz tenía algo demasiado especial.
Tú reías, el sonido del mar,
y yo pensando en qué podría pasar.
Dos pasos detrás, decidí observar,
pude ver el fuego antes de explotar.
No quería quererte, mi lucha contra mí,
pero al final caí y me dejé llevar.
Tus ojos clavados bajo mi pecho
y al verte, tragaba saliva.
¿Recuerdas cuando te invité a salir
y me respondiste usando evasivas?
Leí un par de veces la conversación,
no te cuento ninguna mentira.
Empecé a alejarme de ti
porque tu sombra estaba siempre encendida.
Lucidez chocando contra las paredes.
Mi cabeza rota por las alcantarillas.
Resistiendo al vacío del vuelco
al ver ese rizo tonto sobre tu mejilla.
Eras tan rara, tía, tan rara.
Agridulce, como una despedida.
Escuché unas palabras que no quise oír
y te fui dando por perdida.
Soñando demasiado, en mis cielos.
Saco la rosa en la enredadera.
Ciego, mi piel contra los barrotes.
Creo que te imaginé mejor de lo que eras.
¿Empezar otra vez? No, no, no.
No quiero ni oír hablar de amor.
Esas piernas, que van de estación en estación
y que una de ellas sea mi colchón.
Hundir la cabeza en el corazón de un sujetador
y estar solo cuando suene el despertador.
Tengo que invertir en mí,
cambiar esto, montarme en un avión.
Pero me da igual, me gustaste y me gustó
que me hicieras eso de querer ser mejor.
Es hermoso ser otro tonto más
que duerme con el fantasma de la ilusión.
He visto tu foto con el vestido negro
y he sobornado a ese segundo.
A veces te veo, tu sonrisa
en mis huesos, tocaste profundo.
No sé si algún día leerás
lo que aquí te dejo escrito.
No sé que será de nosotros.
Un beso y que te vaya bonito.

C

viernes, 6 de diciembre de 2013

Tauranga

¿Y por qué? Nadie te puede responder.
Están pidiendo tabaco y papel
y me ofrecen la hierba picada mientras sonríen
porque esos cabrones no se lo quieren hacer.
Las ruedas de mi Perla Negra pincharon
como víboras pinchan los condones.
Hay que andar al loro, los ojos abiertos
porque algunos pecados no tienen perdones,
porque algunas personas no tienen corazones,
ni condiciones que rijan su actitud.
Que cierren sus bocas mientras dibujo
en el flujo, dichosa aptitud.
Uh, yeah, esa mierda huele tan bien,
una lástima que no me pueda perder
entre carmín, sábanas de humo,
tan calientes como tu piel al amanecer.
Recto es difícil con tanta borrachera
si los billetes vuelan de mi cartera.
Me siento como un perro atropellado,
aplastado en mitad de la carretera.
Devastado, alambre de fronteras.
Por ese yogur caducado en la nevera.
Me he cansado y no voy a mirar atrás.
No esperaré a nadie si nadie me espera.
En autobús, viajando al infierno
y tan solo tengo un billete de ida.
Mi madre está preocupada,
sus ojos en mi espalda, puedo notar como me mira.
Ni yo sé lo que me está pasando,
ni yo sé qué quieres que te diga,
no me seduce la idea de morir
pero me he enamorado de esos planes suicidas.
Veo mi rostro reflejado en la botella,
mi alma está seca, así que toma bebida.
No pido más teléfonos porque
no tengo ganas de caras perdonando vidas.
En el embudo, las opciones son pocas.
Me mantengo alejado de esas rayas de coca.
El mar está creciendo, y sus olas
son bocas mordiendo mi cuerpo de roca.
Ya hay demasiadas cadenas, que envenenan,
condenas perpetuas, reloj entre barrotes.
Mis acciones son ambiciones de unos cojones
que pretenden mantenerse a flote.
Me sudan la polla tus carreras,
sabes de todo pero no sabes nada.
Un idiota más que nunca sabrá
que su nacimiento fue la mayor cagada.
A veces no sé lo que digo.
A veces no entiendo lo que escribo.
Me estoy buscando pero no me encuentro,
hace tiempo ya que me di por desaparecido.
El agua fría choca contra mi cara
y el espejo sigue sin darme respuestas.
Sentado en la esquina del bar,
soy ese tío que no encaja en tu fiesta.
En la cancha, estoy tirando de triple
pero el tiro lo escupe la canasta.
Volcando whisky de 5 pavos
hasta que mis huesos digan basta, basta, basta, basta...

C

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Öxido

En el vacío, ¿cuándo será el próximo?
¿Cuándo, el siguiente disparo de óxido?
Negro, venenoso, que como herida de bala,
abre tus carnes y profundo se clava.
Como un temor, un dolor, ardor invencible,
como el calor del amor, frecuentemente invisible.
Voy como puedo, sin pasta en los bolsillos,
la cerveza el verso, el cigarro el estribillo.
Escribir me ayuda a seguir,
a vestir la sangre de carnavales.
A reducir esos demonios,
que como novias cínicas clavan sus puñales.
Abismales, caminos no tienen final.
Demasiado esfuerzo volver a empezar.
En medio de la jungla,
me estoy preguntando si podré soportar el vendaval
de fieras, nacidas en vientre de quimeras
que se derraman al volcar negra chistera,
cayendo por el precipicio
que esconden tus tetas, divinas enfermeras.
No hay barreras entre el antes y el después,
pues esta mierda está atacando otra vez.
Se está consumiendo el cuerpo de esa vela.
Se está escurriendo el tiempo en otra escena,
más, que jamás volverá.
La luz encendida pero me asusta mi oscuridad,
a ras del peligro por nubes de felicidad
si voy subiendo por escaleras de cristal.
El calendario despliega su mar
y sus días son barcos que a la deriva van,
como un horizonte sin colores,
como un primer amor perdido en los cajones.
No puedo vencer, no tengo razón de ser,
estoy gritando en silencio y tú no me ves.
Más sombras que luces, caigo de  bruces,
de nada sirve preguntarse por qué, por qué...
Emociones, sin razones.
La incertidumbre me tiene atrapado.
Sigo sin saber qué hacer.
Siempre puede ser demasiado.
Quiero controlarlas, pero no puedo,
de mis brazos nacen cuerdas sujetas al miedo.
Con las manos, aprieto esa garganta,
pero su ceniza se escurre entre mis dedos.
No te engañes, fuegos en mi partida,
hay mil maneras de morir en vida.
Aunque mi rostro sonría,
es solo un telón hacia un pintor de tormentas enfurecidas.
Es mi piel la que lleva las cicatrices,
así que me da igual lo que me digas.
Podemos hablar de sol a sol,
pero seguiré pensando que mi causa está perdida.
Confundida, entre tus palabras y las mías.
Solo sé que no tengo opción de parar.
Siempre vendrá, en la tranquilidad,
puerta de madera y puño de metal.
Algún día mis venas simplemente reventarán
pintando con lingotazos de alma la pared.
Un cuadro de calvario visceral
que fue pero no volverá a ser.

C


lunes, 2 de diciembre de 2013

Por cuatro coños

Por cuatro coños...

Son las ocho y todavía no has venido.
Habíamos quedado a las siete, ¿estás jugando conmigo?
Y cuando llegues, te tendré que poner buena cara.
No te preocupes, que el gilipollas se lo traga.
Se me quitan las ganas, pero me mantengo.
Tan cerca pero tan lejos de mí, aunque lo intento.
No estoy oyendo lo que me dices,
demasiado concentrado en el objeto que pretendo.
Yo venga a hablar, a escuchar, a aguantar,
respirar, inspirar, porque estoy saturado.
Y tú a gritar, a vomitar, a contar,
a aplastar, a ignorar que me estoy muriendo a tu lado.
La profundidad de mi corazón
es algo que esas putas nunca entenderán,
¿qué coño?, estoy muy por encima
de lo que esas cuatro tontas merecen soñar.
Bah, a veces creo que no puede ser verdad
que sea tan difícil encontrar
a una chica con clase, a una chica normal,
a una que no te acostumbre a sospechar.
Ideal, en mi utopía, algún día,
quiero encontrar a esa piva, hacerla mía.
Perderme entre sus piernas, un finde en un hotel,
mi mano traviesa se escapa bajo el mantel.
Y comerle la boca sobre pistas de rap,
¿quizás fumar después de follar?
Nos veo desde el techo, tumbados en la cama,
la brisa conquistando, empezamos a hablar,
con pocas palabras, menos es más,
dándole mis ojos, esa chica es especial.
Que me atrape mientras yo me deje atrapar.
Si merece la pena, toda esa mierda da igual.

Por cuatro coños...

Tanta rallada, tanta pollada,
tantas maneras y parafernalias decoradas,
tanta pasta tirada y cuentas pagadas,
solo quiero ver tus ojos en sublime mamada.
Tantas payasadas, tantas mariconadas,
tantas cagadas para que al final no pase nada.
Las agujas del reloj corren vociferando
mientras me rajo la garganta con otra calada.
Que te jodan, hostia, no quiero volverte a ver.
Locas de mierda quieren cambiar mi manera de ser.
Mi orgullo no se compra con unas bragas.
Me dormiré con el papel junto a la almohada.
Zorra, pon de tu puta parte. Sáltate el guión.
¿Por qué esperar siempre a que todo lo haga yo?
¿Por qué no me llama? ¿Por qué no me quiere ver?
Pues porque eres tonta del culo, joder.
Puta de mierda, me tienes hasta los huevos.
Y yo esforzándome por conocer algo nuevo.
Supongo que no puedes ni darte cuenta.
Me gustaría verte si cambiáramos las tornas del juego.
A la mierda tu ego, sí, seguro que sí,
descansa un poco para la reflexión,
piensa en tu asquerosa antipatía,
y mira en tu pecho, ¿no hay corazón?
No me sorprende, esas cosas se ven de venir.
Estoy harto de fingir, estoy loco por huir.
Tengo la mirada perdida y me pregunto
por qué todo esto me tiene que pasar a mí.
Tú te puedes ir con tu amiguita al baño,
DNI dice 20, tus actos 5 años.
Hundido en el jacuzzi, una copa de champán,
esos labios tan cercanos empiezan a jugar.

C